felicidadRecientemente hemos visto la película «En busca de la felicidad», protagonizada por Will Smith y su hijo; una película de 2006 pero que de vez en cuando suele ser recordada en algún artículo o post sobre motivación, por ejemplo en https://www.youtube.com/watch?v=BTPFcKZQTuw

No es éste, sin embargo, el tema que nos ocupa hoy, sino el de la felicidad, título de la película.

Aunque el filme abunda en reflexiones interesantes sobre la felicidad y su búsqueda, la conclusión, creemos, no sólo es errónea, sino perversa, pues viene a equiparar la felicidad con el éxito, más concretamente con el éxito económico.

Chris Gardner (persona real en la que está basada la película y personaje encarnado por Will Smith) pasa una temporada muy dura para salir del arroyo con su hijo a cuestas. Todo su afán es conseguir un determinado trabajo que le permita mantener a su hijo, abandonar los albergues para sin techos, vivir en una casa digna… Bueno, y comprarse un deportivo rojo (por qué no) al igual que el broker que le sirve de modelo.

El problema está en que se confunde la paz y el descanso que proporciona un cierto estatus económico, con la auténtica felicidad. No estamos diciendo que dicho estatus económico no sea necesario para alcanzar la felicidad, pues ésta satisface ciertas necesidades y nos libra de algunas preocupaciones. En la mayoría de los casos, es decir, para las personas corrientes, esa paz y descanso son necesarios (y así lo manifestaban filósofos antiguos como Tales de Mileto, Aristóteles o Epicuro). No obstante, pueden darse casos de personas excepcionales, sabios y santos, que alcancen la felicidad en situaciones económicamente desfavorables, como el mítico Job.

Pero si bien los bienes económicos son necesarios para alcanzar la felicidad, no son suficientes, y esto también lo señalaban los filósofos aducidos. También son necesarios la salud, la familia, los amigos, aficiones… Incluso un cierto estatus social. Sin embargo, nada de esto se encuentra presente en la película, salvo la lucha por permanecer con su hijo; ahora bien, es precisamente la permanencia con su hijo lo que le lleva a luchar contra las adversidades, a pasar una época de auténtica infelicidad… Podría decirse, incluso, que su hijo es una fuente de turbación. De hecho es lo que predican muchas filosofías de corte orientalista y New Age: liberarse de las ataduras mundanas para acceder a un estado de auténtica paz interior o nirvana. Puede que desde Occidente hayamos interpretado mal estas filosofías y esa liberación «interior» la hayamos llevado al exterior, de modo que abandonamos aquello que nos supone una carga.

En cualquier caso, y para no desviarnos del tema, Gardner cifra la felicidad en la consecución del trabajo de broker, lo cual por un lado le permite cierta comodidad económica y, por otro, quizá cierta realización de sí mismo en la medida en que consigue los objetivos propuestos.

shrek¿Aquí se acaba todo? No, aquí se acaba la película, y ahí está el problema. El problema está en que la vida sigue. ¿Recordáis cómo acababan los antiguos cuentos infantiles? Efectivamente: «vivieron felices y comieron perdices», alcanzaron el nirvana ¿verdad? Afortunadamente vino Dreamworks a romper este mito con la saga de Shrek. Sí, la vida sigue, y aunque la de Gardner haya seguido un camino de éxito y autorrealización convirtiéndose en millonario y filántropo, seguramente no ha estado exenta de momentos duros o infelices procedentes de otros aspectos de la vida humana. Y aquí cabe aducir la cita atribuida a Benavente: «La felicidad no existe en la vida. Sólo existen momentos felices«.

Por eso, si hemos de buscar la felicidad (hay teorías que dicen que no hay que buscarla, sino que se encuentra; o que ya somos felices pero no lo sabemos, etc.), si hemos de buscar la felicidad, repetimos, habremos de hacerlo al menos en todos aquellos ámbitos susceptibles de generar paz y alegría; es decir, habremos de trabajar para conseguirlas o, si nos faltan, evitar la turbación que ello supone. Estos ámbitos, como ya dijimos en una pincelada anterior, siguiendo a Bertrand Russell, son por el lado de las relaciones sociales, la familia y los amigos; y por el lado de las relaciones materiales, el trabajo y las aficiones.

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