finger-422529_640Si alguien me rebate y da pruebas de que pienso o actúo incorrectamente, con gusto cambiaré, pues busco la verdad, que nunca ha perjudicado a nadie. Por el contrario, el que sufre daño es el que permanece en su propio engaño e ignorancia.

(Marco Aurelio, Meditaciones, VI – 21)

Esta cita requiere, no obstante, una matización: la distinción entre daño y ofensa. Tal y como expone Lou Marinoff en Más Platón y menos Prozac, el daño es el resultado de un ataque casi siempre contra nuestra integridad física; en el daño nosotros somos completamente pasivos. En cambio en la ofensa hay una parte de nosotros que es activa, precisamente la que se ofende (ante, por ejemplo, insultos directos, comportamientos de terceros, escritos, películas…) y que perfectamente podría no ofenderse, pues la ofensa es producto de nuestras opiniones: eliminando la opinión, se elimina la ofensa.

Cuando leemos a Marco Aurelio hay que tener presente esta distinción:

Sin opinión no hay posibilidad de sufrir daño; sin posibilidad de sufrir daño no hay daño.

(Marco Aurelio, Meditaciones, IV- 7)

Comparte: