«La existencia de Dios es una posibilidad que no puede excluirse racionalmente. Esto es lo que hace del ateísmo lo que es: no un saber, sino una creencia, repitámoslo, no una certeza, sino una apuesta.

Es, además, lo que debe conducirnos a todos a la tolerancia. Lo único que separa a los ateos y a los creyentes es aquello que ignoran. ¿Cómo podría contar esto más que aquello que conocen: cierta experiencia de la vida, del amor, de la humanidad sufriente y digna, pese a su miseria, de la humanidad sufriente y valerosa? Es lo que yo denomino fidelidad, que debe unir a aquellos a los que, de otro modo, su fe o su falta de fe podría enfrentar. Sería una locura matarnos los unos a los otros por aquello que ignoramos. Más vale que luchemos juntos por lo que conocemos o reconocemos: cierta idea del hombre y de la civilización, cierta forma de habitar el mundo y el misterio […], cierta experiencia del amor y de la compasión, cierta exigencia del espíritu… Es lo que podemos denominar humanismo, que no es una religión, sino una moral. Fidelidad al hombre, y a la humanidad del hombre.

Eso no sustituye a ningún Dios. No suprime a ningún Dios. Pero sin esa fidelidad, ninguna religión ni ningún ateísmo pueden ser humanamente aceptables».

André Comte-Sponville, Invitación a la filosofía, Paidós, pp. 112 s.

Comparte: