caminante[…] el urbanita interpreta en términos de privación lo que para el caminante es una liberación: no estar ya atrapado en la tela de los intercambios, no verse reducido a un nudo de la red que redistribuye informaciones, imágenes y mercancías; darse cuenta de que todo ello solo tiene la realidad y la importancia que yo le otorgue. Mi mundo no solamente no se derrumba por no estar conectado, sino que esas conexiones se me antojan de pronto lazos opresivos, agobiantes, demasiado estrechos.

La libertad es ahora un bocado de pan, un sorbo de agua fresca, un paisaje despejado.

Dicho lo cual, disfrutando de esta libertad suspensiva, me siento feliz de partir pero también de regresar. Es la felicidad del paréntesis, la libertad como escapada de uno o varios días. A mi regreso nada ha cambiado verdaderamente. Y las antiguas inercias ocupan su lugar […]

Frédéric Gros, «Libertades», Andar. Una filosofía,
ed. Taurus, 3ª ed., Barcelona, 2015, págs. 12-13.

Comparte: