En ninguna actividad es buen signo que al principio esté presente la manía de triunfar- emulación, soberbia, ambición, etc-. Se debe empezar a amar la técnica de cada actividad por sí misma, como nos gusta vivir por vivir.

Sólo ésta es la verdadera vocación y prenda de serio acierto. A continuación podrán venir todas las pasiones sociales imaginables a superar al puro amor a la técnica- y es un deber que vengan también- pero empezar por ellas es indicio de holgazanería. Es preciso, en fin, amar una actividad como si nohubiese nada más en el mundo, por sí misma. Para esto, el momento significativo es el de los comienzos: porque entonces es como si el mundo (pasiones sociales) no existiese todavía respecto a esta actividad.

También porque son todos capaces de enamorarse de un trabajo que se sabe cuánto rinde; difícil enamorarse gratuitamente.

Cesare Pavese, El oficio de vivir, «9 de julio de 1938».

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