Tiempo«La muerte solo puede causar pavor a quien no sabe llenar el tiempo que le es dado para vivir» (Viktor Frankl).

Quizá sea ésta una cita demasiado solemne para el tema que vamos a tratar en esta pincelada, pues mientras que Frankl se refiere más bien al tiempo de una vida en su totalidad, una vida a la que hemos de dotar de sentido, nosotros nos vamos a referir a esos pequeños tiempos «muertos» en los que podremos dedicarnos a realizar pequeñas tareas deseables. Estas tareas, siguiendo en nuestra línea, van a ser deportivas e intelectuales (dentro de estas últimas, fundamentalmente leer y pensar, aunque también se puede escuchar la radio o artículos en podcast, por ejemplo). Ahora bien, tampoco está tan alejada de nuestro tema dicha cita en la medida en que muchas veces son precisamente estos tiempos muertos el único tiempo libre que tenemos.

Cuando se le recomienda a la gente leer o hacer deporte una de las excusas más comunes es que no se tiene tiempo para ello. Esto suele ser más cierto para el caso del deporte que para la lectura, pues cada vez estamos más acostumbrados a ver a la gente leer en los transportes públicos mientras van o vienen del trabajo (precisamente uno de los tiempos muertos que conviene aprovechar).

Para aprovechar estos tiempos es conveniente llevar siempre una mochila con el material necesario, ya sea lectura, ya ropa deportiva; aunque si se trata de pensar basta con llevar la cabeza un poco despejada. Para leer casi cualquier momento y lugar es bueno y no es necesaria una gran logística; en cambio para hacer deporte sí, pues la mayoría de personas necesitamos ducharnos tras correr o andar deprisa o, simplemente, cambiarnos de ropa (tarea que puede solucionarse abriendo un poco la mente para estudiar las posibilidades del entorno y/o eliminar algunos prejuicios).

Si se trata de pasear, o andar ligeros, los momentos previos y posteriores al trabajo (incluso durante el tiempo que nos dan para comer, a veces excesivo) son ideales: si de nuestra casa al trabajo hay 4 km o menos podemos ir y/o volver perfectamente andando, si hay más siempre podremos bajarnos del transporte dos o tres paradas antes e ir caminando el resto (o ir todo el trayecto en bicicleta). En los parques cercanos a las zonas de oficina cada vez más podemos ver a trabajadores trajeados caminando y comiendo un sandwich o bocadillo en algún banco. Con esto no queremos decir que abandonemos nuestra sana costumbre de comer sentados a una buena mesa, pero lo otro es una posibilidad que puede realizarse una o dos veces por semana. Ahora bien, si se trata de hacer el deporte después del trabajo, la regla de oro, al menos para los principiantes es: ¡no entres en casa! Haz lo posible por llevarte todo lo necesario al trabajo y desde allí vete a la piscina, al gimnasio o a correr, pero no entres en casa porque allí las distracciones son múltiples.

Sin embargo, este sistema conlleva un peligro: agobiarnos y andar con prisas porque tenemos poco tiempo, lo cual va en contra de nuestra filosofía de vida. Es decir, si este sistema nos va a producir más estrés que el que pretendemos reducir, evidentemente habrá que desestimarlo. Mejor dedicar esos tiempos a la lectura.

En general una buena gestión del tiempo en cualquier ámbito de la vida se logra con una agenda en la que establecer las tareas a realizar y la prioridad de las mismas de modo que, cuando una de las tareas no pueda continuarse por cuestiones ajenas a nosotros, poder continuar con la tarea siguiente. No obstante, «no siempre lo urgente es lo importante». Decíamos antes que muchas veces o para muchas personas estos tiempos muertos son el único tiempo libre que tienen de verdadero ocio. Y es que no todo el tiempo libre que nos deja el trabajo es tiempo de ocio, pues hemos de dedicarlo a diversas tareas necesarias para el mantenimiento de la vida: dormir, comer, arreglar la casa, asearnos… Y luego el tiempo que nos queda también hemos de dedicarlo a la familia, a los amigos, el tiempo, por cierto, mejor invertido, aunque algunos también lo considerarán como obligación. Es importante dedicar tiempo a las relaciones humanas, sobre todo a las satisfactorias, pues somos seres sociales y, como dijo Nietzsche, para poder vivir en soledad es necesario ser un animal o un dios. No aprovechar el poco tiempo de ocio que tenemos con otras personas (de nuestro agrado) es poco menos que desperdiciarlo.

Si a lo anterior le añadimos un trabajo que no nos realiza, aunque nos dé de comer, tenemos los ingredientes para que, como se dice en la cita de Viktor Frankl, nos dé pavor la perspectiva de la muerte. Bien es cierto que también sería posible cambiar nuestra concepción sobre tal trabajo, sobre nuestra vida y sobre nuestra muerte, pero eso tampoco es tema de esta pincelada.

Comparte: