La sombra son todos aquellos aspectos de nosotros mismos que no reconocemos como propios, es decir, con los que no estamos habitualmente en contacto de modo consciente.
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El fanatismo en todas sus formas encierra una dinámica de proyección [de la sombra]. El que, en su afán desorbitado de seguridad mental y emocional, no se permite la duda, no puede tolerarla fuera de sí mismo. El ímpetu con el que ataca al «infiel» y con el que busca convencerlo y convertirlo es proporcional al ímpetu con el que dentro de sí reprime la semilla de la incertidumbre.
El pseudovirtuoso ve continuamente pecadores a su alrededor y continuamente se indigna «justamente» por ello.
Mónica Cavallé, La sabiduría recobrada,
ed. Kairós, Barcelona, 2011, págs. 300 y 302.