Si preguntamos al niño que en la playa construye y deshace castillos de arena por qué lo hace, probablemente conteste: «porque sí». […] El «porque sí» del niño es la expresión de que su actividad no tiene más meta que sí misma; de que, en ella, el medio, el proceso, es ya el fin. Y allí donde el medio y el fin se identifican se produce la vivencia de una profunda sensación de plenitud y sentido.
Mónica Cavallé, La sabiduría recobrada, Ed. Kairós, 2011,
págs. 31-32.