Actas del taller de Filosofía Práctica (2ª sesión, 14-09-2015)

Información del taller: https://www.elcaminanteysusombra.com/taller-filosofia-practica/

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  1. ball-165958_640Somera revisión histórico-filosófica de la idea de azar por parte del asesor
    (esta revisión es interesante porque encuadra las concepciones del azar y de la causalidad que salieron en la sesión anterior)

    1. Aristóteles
      1. Tipología de la causalidad (los 4 tipos de causas según Aristóteles):
        1. Material: es la que produce efectos derivados de la naturaleza o substancia de la cosa que estemos hablando (aquello de lo que está hecha una cosa y el principio de su transformación). Por ejemplo, la naturaleza del manzano (ahora diríamos «su configuración genética») sería causa material de las manzanas. Mi naturaleza sería causa material de mi calvicie. Este concepto de causa es el que utilizó «C» para negar la existencia del azar: «no existe el azar, existe el destino, un destino que corresponde a nuestra naturaleza».
        2. Formal: es el modelo o «forma» que se toma en consideración para la fabricación de los objetos de la industria humana, técnica, arte, etc (qué es tal cosa, a qué se parece). El proyecto de un edificio, plasmado en sus planos, sería la causa formal del edificio construido. La teoría platónica de las ideas sería una extensión de la causalidad formal a todo el universo.
        3. Eficiente: es la causalidad mecánica por excelencia (qué o quién ha hecho tal cosa, el principio del movimiento o cambio exterior). Cuando golpeamos el balón con nuestro pie, ese golpe es la causa eficiente de que el balón salga disparado. Este concepto de causa estaba implícito en el concepto de «mecánica universal» utilizado por «E».
        4. Final: es la intención por la que se ha hecho tal o cual cosa (para qué se ha hecho). La causa final del edificio es que viva gente, la del chute es meter gol, la de las manzanas… ¿La de mi calvicie? Sostener que existe una causa final en todo llevaría a una concepción teleológica o finalista (diseño inteligente por parte de un dios) del universo, concepción sostenida por «JM» en su negación del azar.
      2. El azar como causalidad por accidente
        1. Es menester añadir a lo anterior que ese tipo de causas son necesarias para los efectos considerados.
        2. Pero cabe preguntarse por «detalles» o accidentes que interrumpen el curso normal de esas cadenas causales: las manzanas salen barrenadas, al edificio le salen grietas, el balón se desvía, pongamos, incluso, que me hago implantes de pelo. Se trata de unos acontecimientos «excepcionales» por lo que toca a la serie causal interrumpida o modificada. Esta es la causalidad que Aristóteles denomina «por accidente» y que viene a consistir en el cruce o choque de dos (o más) series causales: el crecimiento de la manzana con la puesta de los huevos de la mariposa Cydia pomonella, la construcción del edificio con una alta concentración de alumina en el cemento, el vuelo del balón con la aparición de una ráfaga de aire, la evolución de mi calvicie con mi intención de ponerle remedio.
        3. Los efectos producidos por el cruce no son necesarios respecto de la serie causal inicial, sino que ocurren «por accidente», por azar.
        4. Lo cual no significa que sean absurdos o irracionales.
        5. Por todo ello, lo accidental o azaroso se opone completamente al destino o predeterminación
    2. Estoicos
      1. Lo contrario a esto último opinaban los estoicos, para los cuales azar y destino eran solidarios, distintos nombres para la concatenación causal universal
      2. Si bien, consideraban la posibilidad de denominar subjetivamente «azar» a una comprensión deficiente de esa concatenación universal de todos los fenómenos (concepción sostenida en parte por «E»)
    3. Bergson
      1. Henri Bergson critica la idea de muchos contemporáneos para los cuales el azar se opone a la intención.
      2. Y lo hace matizando que no se trata de una falta de intencionalidad, sino de una intención vacía de contenido: como cuando alguien tira una piedra desde cierta altura y le da a otro; en su acto no existe la intención de dar a nadie (aunque cabría objetar si tirar la piedra está completamente vacío de intención). Esta teoría se acercaría a lo que para «M» supone el azar en su vida diaria.
  2. Matización y profundización en la concepción personal y práctica del azar.
    1. El azar es algo que no se puede explicar racionalmente. Vivo el azar cuando no establezco planes de acción (M).
      1. Racionalidad 
        1. Interrogada «M» por su concepto de «racionalidad» viene a equipararlo con el de «cientificidad», el afán por medir y explicarlo todo.
        2. Se le pregunta a «M» si no existe una cierta racionalidad no científica en la concepción aristotélica del azar, a lo cual responde que sí, pero aún así habría fenómenos que también quedan fuera de esa racionalidad.
        3. Le preguntamos por qué tipo de fenómenos, a lo cual responde que algunos para los cuales se dan explicaciones místicas, espiritualistas o esotéricas. No es que ella crea en ese tipo de realidades, pero sería una posibilidad.
        4. Le preguntamos si la creencia en ese tipo de realidades no sería también un intento de explicar racional, aunque no científica ni terrenalmente, ese tipo de fenómenos.
        5. Definitivamente piensa que hay fenómenos para los cuales no existe explicación alguna. Pero es que no es necesario explicarlo todo.
      2. Vivencia del azar
        1. Precisamente esa concepción teórica del azar, según la cual es aquello que escapa a nuestra capacidad de explicación terrenal, es solidaria o conforme con su concepción práctica: aquello que escapa a sus planes de acción, a su intención, a su control, en definitiva, pues no otra cosa es una explicación racional, sino un cierto control sobre los fenómenos.
        2. Y añade «M», con lo cual estamos los demás asistentes de acuerdo, en que hay que dejar espacio al azar en nuestra vida pues no podemos controlarlo todo. El afán de controlarlo todo es origen de no pocas frustraciones y «enfermedades» mentales, como el estrés.
        3. Por otro lado el azar también sería una fuente de nuevas experiencias, algo enriquecedor. Lo contrario, quedarse en casa, no salirse del camino trazado, lleva a un empobrecimiento.
    2. cube-689617_640El azar es una porción de la mecánica universal, un elemento de innovación y creatividad. Algo no producido por ninguna causa. A veces no conocemos las causas por ignorancia y a veces es necesario ese desconocimiento. Vivir el azar es vivir el desafío, la aventura, la innovación y el crecimiento (E).
      1. Mecánica universal
        1. Para “E” el universo en su mayor parte está regido por leyes mecánicas (causa-efecto), algo o alguien creó el universo, sus leyes y le dio el primer empujón. A partir de entonces evoluciona solo.
        2. Gran parte de lo que se denomina azar es por el desconocimiento de las causas.
        3. Pero existe una pequeña porción de azar puro. Algo no producido por ninguna causa. Ese creador también introdujo el azar para dotar al mundo de creatividad, innovación, divertimento.
        4. Preguntado “E” por su concepto de “azar puro”, por ese efecto sin causa, la respuesta fue “aparición a partir de la nada”. Lo más probable sería que el azar también siguiera unas leyes, leyes inexcrutables para nosotros.
      2. Vivencia del azar
        1. Del mismo modo que el azar supone un entretenimiento y diversión cósmico también para “E” lo supone en el plano personal.
          No podemos con todo y hay que reconocerlo. No necesitamos explicarlo todo, ni manipularlo todo. Quizá, paradójicamente, el más poderoso sea aquel que no necesita ejercer ningún poder.
        2. Por otro lado, el azar deja un mundo lleno de posibilidades. Estas posibilidades inexperadas son un desafío, una aventura, que nos lleva a crecer interiormente.
        3. El azar también deja un campo abierto a la esperanza cuando ya todo parece acabado.
          Y aquí acabó la sesión… Bueno, no. El azar quiso que siguiéramos hablando de Dios, aunque de un modo menos metódico.

vollmondPues bien, como hemos visto, una cuestión tan aparentemente teórica como el azar puede tener auténticas implicaciones prácticas en nuestra vida, por supuesto al margen del puro juego (y ludopatías aparte), pero no completamente desligado de ello, pues el propio concepto de juego ha aparecido en la discusión bajo las formas de entretenimiento, diversión. La conclusión sería que habría que dejar en nuestra vida un poco más espacio a lo inexperado, al azar y tomárselo como un juego, una diversión. A este respecto podríamos añadir la cita del filósofo estadounidense Elbert Hubbard: “No te tomes la vida tan en serio, pues al fin y al cabo no vas a salir vivo de ella”.

Probablemente la próxima sesión hablemos sobre la felicidad (lunes, 21 de sptiembre, 19:00 en Asociación Vollmond)

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